Las primeras evidencias de interacción entre Elviña y otras culturas se documentan en torno al s. V a.C., con materiales que proceden desde Gadir (Cádiz) y de los que destaca la existencia de ánforas vinarias. El predominio del comercio gaditano y de las ánforas vinarias guiará el comercio con Elviña durante toda su ocupación.

El flujo de materiales más destacado se sitúa entre los siglos III e I a.C., coincidiendo con el período de apogeo del poblado. La presencia de estos materiales no solo señala la relevancia de las interacciones con otras comunidades, sino un hito excepcional en el campo de las dinámicas comerciales del territorio galaico: hoy en día, Elviña es el único nodo de interacción existente al Norte del Ulla que establece una interacción sólida con los navegantes mediterráneos durante la Edad del Hierro (con la excepción del castro asturiano de Campa Torres). De la misma forma, las ánforas vinarias representan la mayoría de los elementos identificados, a pesar de que también se documentan recipientes de productos exóticos (como los frutos secos) y recipientes de uso religioso, sin olvidar las cerámicas finas de servicio de mesa. De entre estas, destaca la introducción de la cerámica campaniense, cuya área de producción original era la Península Itálica y la isla de Sicilia, pero que pudieron llegar, también, de forma indirecta a través de los navegantes gaditanos.

Buena parte de estos materiales llegaba a través del espacio portuario identificado en la península coruñesa. Este enclave no solo suponía un espacio de llegada e intercambio de materiales, sino también de consumo, pues la actividad comercial no solo implicaba intercambiar bienes, sino también ritos religiosos, grandes banquetes y actos de carácter colectivo.

Tras la conquista romana, Elviña experimentó una cierta decadencia y las importaciones se canalizarían cara el nuevo asentamiento de Brigantium. La conquista romana y el asentamiento de un poblado de nueva planta implicarían cambios en la elección del gusto, con la llegada de ánforas olearias y de salazones, que reducirían el peso porcentual que anteriormente copaban las vinarias casi por completo. En lo referente a las cerámicas finas, destaca la importación de cerámica de paredes finas, engobada lucense y, por supuesto, terra sigillata.