"Madre, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro barrio, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre jamás. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar. Que mi nombre no se borre de la historia". Fueron estas las últimas palabras que dirigiría a su familia una muchacha de 19 años llamada Julia Conesa. Corría la noche del 4 de agosto de 1939. Hacía cuatro meses que había terminado la Guerra Civil. Madrid, destruida y vencida tras tres años de acoso, de bombardeos y resistencia ante el ejército sublevado, intentaba adaptarse a la nueva orden impuesta por el general Franco, un régimen que iba a durar cuatro décadas.

El día a día en Madrid estaba marcado por las denuncias constantes de vecinos, amigos y familiares, los espías infiltrados en todas partes, las detenciones y las ejecuciones sumarias. En junio habían comenzado, incluso, los fusilamientos de mujeres. "Españoles, alerta. España sigue en pie de guerra contra todo enemigo del interior o del exterior, perpetuamente fiel a sus caídos. España, con el favor de Dios, sigue en marcha, una, grande, libre, hacia su irrenunciable destino...", voceaban las radios de Madrid. "Juro aplastar y hundir al que se interponga en nuestro camino", advertía Franco en sus discursos.

Sería aquella la última carta de Julia Conesa. Y ella lo sabía. Porque, junto a otras catorce presas de la madrileña cárcel de Ventas, había sido juzgada el día anterior en el tribunal de las Salesas. "Reunido el Consejo de Guerra Permanente número 9 para ver y fallar la causa número 30.426 que por el procedimiento sumarísimo de urgencia se siguió contra los procesados (...) responsables de un delito de adhesión a la rebelión (...) Fallamos que debemos condenar y condenamos a cada uno de los acusados (...) a la pena de muerte", dice la sentencia.

Y apenas 24 horas más tarde, 13 de aquellas mujeres y 43 hombres fueron ejecutados ante las tapias del cementerio del Este. Por su juventud, a estas mujeres comenzaron a llamarlas "las trece rosas", y su historia se convirtió pronto en una de las más conmovedoras de aquel tiempo de odio fratricida y fascismo.

Esperamos que esta obra sirva de homenaje.

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