El tanque cilíndrico de gran volumen, situado en la entrada de la sala Maremagnum, ha renovado su contenido presentando una población de sepias (Sepia officinalis) nacidas en las instalaciones del Aquarium Finisterrae. Estos cefalópodos están precisamente ahora en su época de reproducción, momento en que los machos adquieren la coloración de galanteo, exhibiendo un patrón de rayas parecidas a las de una cebra.

Entre las características más destacables de las sepias está su gran capacidad de camuflaje, pudiendo cambiar tanto el color como la textura de su piel gracias a unas células con pigmento que les permite adquirir la coloración del entorno, lo que muchas veces las hace invisibles.

También que, aunque puedan nadar tranquilamente, tienen un sistema de propulsión que les permite moverse con gran rapidez. Para ello contraen bruscamente la musculatura de su cuerpo, lo que empuja el agua interior hacia un sifón por el que sale con gran velocidad.

Las sepias, además, tienen una estrategia de defensa que consiste en que, cuando se sienten amenazadas, pueden lanzar un chorro de tinta que en el agua forma una nube oscura, lo que les permite escapar.

En la costa gallega viven tres especies de sepia que se diferencian por el número de filas de ventosas de los tentáculos y por la forma del borde del manto. La sepia común o jibia (Sepia officinalis) posee 4 filas longitudinales de ventosas y el borde del manto forma un ángulo obtuso con la cabeza. El chopito o choquito (Sepia elegans) posee dos filas longitudinales de ventosas y el borde del manto forma ángulo agudo con la cabeza. El chopito picudo (Sepia orbignyana) se distingue porque tiene una espina que sobresale entre los lóbulos de la parte posterior del manto.