La Organización mundial de la salud (OMS) define la adicción como una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. Y define la droga como toda sustancia, que introducida en un organismo vivo por cualquier vía (inhalación, ingestión, intramuscular, endovenosa) es capaz de actuar sobre el sistema nervioso central provocando una alteración física y/o psicológica, la experimentación de nuevas sensaciones o la modificación de un estado psíquico, es decir, capaz de cambiar el comportamiento de la persona, y que posee la capacidad de generar dependencia y tolerancia en quienes la consumen.
Según esta última definición, son drogas la marihuana, cocaína, pasta base, éxtasis, heroína, tabaco, alcohol y algunos fármacos.
El concepto de droga hace referencia a que la modificación puede ser perjudicial o beneficiosa y que depende del tiempo de administración y de la dosis y de las características de la persona que la consume.
¿Qué se considera droga?
Para que una droga sea considerada como tal ha de cumplir las siguientes condiciones:
Su uso regular puede generar procesos conocidos como:
Su abuso puede provocar distintos tipos de trastornos:
¿A qué llamamos uso?
Se entiende por uso aquella modalidad de consumo en la que, por el tipo de sustancia consumida, por la cantidad o por las circunstancias en las que se produce el consumo, no son probables consecuencias negativas inmediatas sobre la persona o sobre su entorno.
Esta es la situación más habitual entre adolescentes y jóvenes que experimentan con drogas por curiosidad, por diversión o para imitar a los demás. En la mayoría de las ocasiones su consumo no llega más lejos, ni presentan riesgo de un posible interés por sustancias o formas de consumo de mayor riesgo. Se trata de consumos ocasionales y moderados, como los realizados por una gran mayoría de consumidores de alcohol. Evidentemente, consumos esporádicos pueden ocasionar reacciones de intoxicación aguda grave, aunque no sea lo más frecuente.
Los datos de consumo juvenil de drogas legales (tabaco y alcohol) y cannabis (hachís y marihuana), indican que prácticamente la mitad de la juventud se ha iniciado en el consumo de estas sustancias, una proporción superior a la de generaciones anteriores.
En el caso del alcohol, la proporción de consumidores habituales destaca respecto al resto de sustancias. El consumo está ampliamente extendido entre la población, sobre todo en Europa, con niveles de consumo superiores al cincuenta por ciento de jóvenes con una edad superior a los 15 años.
En el caso del tabaco, el inicio en el consumo, variable entre regiones y países, puede llegar a afectar a dos de cada cinco jóvenes, convirtiéndose en una pauta habitual en, aproximadamente, uno de cada tres.
Más de las tres cuartas partes de quienes se inician en el consumo de alcohol devienen en consumidores habituales, y dos tercios de los quienes se inician en el consumo de tabaco, en fumadores habituales.
En el caso del cannabis, alrededor de la mitad de quienes se inician en su consumo terminan siendo consumidores habituales de hachís y marihuana.
¿A qué llamamos abuso?
Se entiende por abuso de drogas su uso inadecuado, susceptible de comprometer física, psíquica y/o socialmente la evolución de la persona o de su entorno.
Esta forma de consumo no se refiere únicamente a la cantidad consumida de una sola vez, ni a la repetición de un consumo moderado y controlado de ciertas sustancias.
Los riesgos del abuso están relacionados con la peligrosidad específica del producto, con los daños para la salud y con las consecuencias sociales del consumo.
Se trata de un concepto ambiguo, porque se relaciona estrechamente con las costumbres propias de cada cultura. Lo que una sociedad considera normativo en un momento de su historia puede parecer abusivo para otra o para la misma en un momento diferente.
Hablamos de abuso cuándo se dan las siguientes circunstancias:
¿Cuándo comienza la dependencia?
Se habla de dependencia en aquellos casos en los que, tras un período de consumo variable en función de la sustancia, se prioriza la relación con las drogas frente a otras conductas consideradas más importantes con anterioridad.
La vida cotidiana gira prioritaria o exclusivamente en torno a la búsqueda y al consumo de la sustancia; es entonces cuando puede decirse que una persona es drogodependiente.
Existe dos tipos de dependencia, asociadas o no, que se caracterizan por síntomas generales:
La dependencia psíquica
La privación de una droga de la que se es dependiente provoca una sensación de malestar y ansiedad que puede llegar a la depresión. Una vez que cesa el consumo, el individuo puede tardar en adaptarse a una nueva vida sin la sustancia. Esta interrupción altera sus costumbres, deja un vacío y permite la reaparición del malestar que el consumo intentaba suprimir. Esto explica en gran medida las recaídas, que forman parte del lento proceso que permite consolidar una vida sin relación problemática con las drogas.
La dependencia física
Algunas drogas provocan dependencia física: el organismo reclama la sustancia mediante la aparición de síntomas físicos que traducen un estado de carencia.
La privación de algunas drogas tales como los opiáceos, el tabaco, el alcohol y ciertos psicofármacos, genera un malestar físico que varía según la sustancia de que se trate: dolores con los opiáceos, temblores con el alcohol, convulsiones con los barbitúricos y las benzodiacepinas. Estos síntomas pueden ir acompañados de alteraciones psicológicas (ansiedad, angustia...)
Adicciones sin sustancia
Existen adicciones sin sustancia o comportamentales, que no requieren de introducción física en el organismo sino que crean adicción en el comportamiento o conducta. Son consideradas en este nivel las adicciones a los videojuegos, al sexo, a las redes sociales, al móvil, Internet, compras, juegos... etc y suponen la pérdida de control de la persona sobre determinada conducta relacionada con ellas. En todos los casos, la percepción del problema será vista por el entorno próximo de la persona adicta pero a ella le costará mucho aceptar su situación.
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