Ayuntamiento de A Coruña

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La restauración del s. XVIII

A finales del s. XVIII, A Coruña era uno de los puertos más activos del norte de España y el tráfico marítimo había adquirido una gran importancia. Además, la proximidad al puerto de Ferrol, que era la base principal de la Armada Española, había convertido el golfo Ártabro en una zona de paso obligada para las flotas militares. 

Estas circunstancias propiciaron que el Ministerio de la Marina decidiera en 1785 restaurar la Torre de Hércules como parte del plan general de mejora y de modernización del puerto de A Coruña. El Capitán General de Galicia, Pedro Martín Cermeño, máxima autoridad del reino, respaldó abiertamente el proyecto y en 1787 le encargó al ingeniero militar Manuel de Navacerrada un informe exhaustivo del estado en que se encontraba la Torre. En ese documento, Navacerrada aboga por que se conserve la estructura del faro romano y se adapte a los avances técnicos de la señalización marítima, en lugar de derribarlo y construir otro nuevo. Esta opción era la más económica, argumento nada desdeñable, pero además permitía consolidar un monumento que era el símbolo de la ciudad, aspecto que defendía el académico José Cornide Saavedra. El 4 de enero de 1788, el rey Carlos III autorizó la restauración de la Torre que iba a financiar el Consulado del Mar.

Entre los meses de marzo y junio de 1788, el ingeniero militar Eustaquio Giannini elaboró el proyecto. Durante ese tiempo contó con la inestimable ayuda de José Cornide, que aportó sus conocimientos sobre la Torre para que su intervención fuera lo más respetuosa posible con los restos conservados y contribuyera a su valoración. El resultado de esta colaboración fue un ejemplo paradigmático de restauración arquitectónica en el que Giannini-Cornide hacen una reflexión profunda de los criterios de intervención que deben aplicarse a un monumento romano. Buena parte de la investigación realizada fue publicada por José Cornide en 1792 en Investigaciones sobre la fundación y fábrica de la Torre llamada de Hércules, una obra que sigue siendo clave para el estudio del faro.

Siglo XIX

Con el paso del tiempo, la Torre fue modernizando su lámpara para mejorar la iluminación y que los reflejos llegaran más lejos y sirvieran de apoyo a los barcos. En 1847, el sistema de reflectores antiguos fue reemplazado por otro más moderno, que la colocó a la vanguardia de los sistemas de iluminación marítima. La nueva instalación del alumbrado sirvió para las prácticas de los alumnos de la Escuela de torreros que funcionó entre 1850 y 1853 en la Torre, bajo la dirección del piloto mecánico y relojero Agustín Antelo. 

En 1858, A Coruña se vistió de gala para recibir a la reina Isabel II, que acompañada de Francisco de Asís y del príncipe de Asturias visitaron la ciudad. Para tan importante ocasión, se decidió "embellecer" el interior de la Torre mediante papeles estampados y telas que cubrieron las piedras desnudas de las cámaras; se colocaron además falsos techos que ocultaron las sencillas bóvedas de cañón y tabiques de barrotillo en la planta baja. Los suelos de piedra se cubrieron con alfombras y se amueblaron algunas de las estancias con el fin de que el cortejo real pudiera hacer los descansos oportunos en la subida a lo alto del faro. El resultado, según las crónicas del momento, fue sorprendente porque con esos cambios, las cámaras del faro pasaron a convertirse en salas anodinas de gusto cortesano.

En el primer piso se localizaban las habitaciones destinadas al gabinete del ingeniero encargado del faro, en el segundo se habilitó un saloncito para visitas distinguidas, que pasó a ser conocida como la "sala de reina" y en el tercero un almacén para materiales relacionados con la lámpara de alumbrado. Al parecer, la visita finalmente no tuvo lugar.

Reformas siglo XX

En las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX continuaron las mejoras para adaptar el sistema de iluminación a los adelantos técnicos que se iban produciendo. Así la lámpara Sautter fue sustituida por otra nueva de la casa Létourneau, con el objetivo de que su luz fuera más fuerte y visible en las noches oscuras de los temporales atlánticos.

El Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, con sede en A Coruña, muestra entre sus fondos expuestos la linterna que operó en la torre entre 1854 y 1904, que funcionaba ya entonces con ópticas o sistema de lentes Fresnel, que consisten en una lente rodeada por anillos concéntricos de sección prismática, que refractan la luz y la reflejan, al tiempo que la emiten de forma horizontal. En 1904 fue sustituida por la linterna actual y en 1927 tuvo lugar la electrificación del faro. 

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