Ayuntamiento de A Coruña

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La Torre en el arte

Urbano Lugrís, Museo de Bellas Artes de A Coruña

Tanto en el arte como en la literatura, la Torre de Hércules dejó su impronta.

Son dignas de destacar las obras de Luis Seoane, los paisajes inquietantes de Urbano Lugrís, siempre presididos por la Torre, las vistas un tanto subjetivas de Francisco Lloréns, Francisco Fernández Moratinos o de Alejandro González Pascual, sin olvidar las panorámicas de Ferrant. Pero sin duda, el artista que ha dado una versión más libre de la Torre ha sido Pablo Ruiz Picasso. Cuando todavía estaba descubriendo los secretos de la pintura, durante los años que vivió junto a su familia en A Coruña, pintó varios óleos de la Torre y un dibujo en el que la transforma en una sugerente "torre de caramelo". 

Un capítulo muy destacado en la vinculación de la Torre de Hércules con el arte hay que dedicárselo al multifacético Luis Seoane, artista coruñés nacido en Buenos Aires que no sólo escribió sobre el monumento, sino que también hizo su aportación plástica con el Homenaje a la Torre de Hércules, una publicación que en 1946 fue escogida por la Pierpont Morgan Library y el American Institut of Graphic Arts como uno de los mejores libros ilustrados entre 1935 y 1945. Hubo otro español galardonado en la misma ocasión y por el mismo motivo, Pablo Ruiz Picasso, por la ilustración de la Historia natural de Buffon.

El Homenaje a la Torre de Hércules de Luis Seoane reúne 49 ilustraciones prologadas por Rafael Dieste, que parecen adelantar el programa pictórico que el artista va a desarrollar a lo largo de su vida creativa. Así, la Torre se convierte en el origen y en el eje de la ensoñación del poeta y del pintor, que desde la altura del monumento o desde la lejanía del emigrante afirma que "también alguna vez quise ver la costa de Irlanda de la que hablaban los viejos coruñeses y no busqué el horizonte despejado de un buen día claro... Sino que me bastó cerrar los ojos para verla, y sin embargo era una tarde de espesa niebla".

Luis Seoane, Homenaje a la Torre de Hércules

Literatura

Los testimonios literarios son de gran interés. Destacan los artículos de Emilia Pardo Bazán, los cuentos de Wenceslao Fernández Flórez, los sainetes de Linares Rivas o los poemas de Amor Meilán y de Emiliano Balas. También Álvaro Cunqueiro, Emilio González López, César Antonio Molina, el mencionado Luis Seoane, Manuel Rivas y Rafael Dieste se ocupan de la Torre de Hércules desde el punto de vista literario. Y no podemos dejar de mencionar a muchos viajeros, desde John Adams y Alexander von Humboldt, en el siglo XVIII, a Camilo José Cela y Víctor Luis Molinari, en el XX.

En ese contexto, el faro es la luz que orienta el camino y que conduce a puerto, es la imagen del regreso, de la feliz navegación, y por eso se convirtió en un símbolo, en un icono que pasó a formar parte de la memoria colectiva de nuestra sociedad. Así, cuando a finales del siglo XIX y principios del XX los barcos transoceánicos cargados de la emigración gallega, camino de Latinoamérica, zarpaban del puerto de A Coruña y enfilaban la bocana hacia el Nuevo Mundo, al pasar junto a la Torre aminoraban las máquinas de los vapores y hacían sonar sus sirenas por tres veces, en un ritual amargo y emotivo de despedida. Era el último adiós ante el faro, símbolo de la tierra que dejaban atrás, para todos esos hombres y mujeres que cargados de ilusión abandonaban su tierra en aras de un futuro mejor.

Pero la emigración gallega, enraizada a la tierra natal, llevaba en sus ligeros equipajes la imagen de la Torre de Hércules, que empezó a brillar de nuevo con fuerza desde el otro extremo del océano gracias a los artículos que los intelectuales publicaron en revistas de la emigración. No hay una sola de ellas que entre 1890 y 1960 no cuente con un artículo dedicado a la Torre, en donde la morriña y la saudade se hacen evidentes.

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