Ayuntamiento de A Coruña

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La Torre por dentro

Las Cámaras

Las primeras intervenciones arqueológicas en la Torre de Hércules se produjeron a principios de la década de los noventa a raíz del proyecto de restauración de la Torre y su entorno, que convocó el Ministerio de Obras Públicas y que ganó el equipo dirigido por Pablo Latorre. Dicho proyecto tenía como objetivo la restauración del faro, coincidiendo con la conmemoración del segundo centenario de la reconstrucción emprendida por Eustaquio Giannini y su reapertura al público.

La Torre de Hércules conserva en su interior el faro romano, organizado en tres niveles con cuatro cámaras por planta. Esta distribución quizás no sea exclusiva del faro herculino porque en otros ejemplos similares, como en el desaparecido faro de Leptis Magna (Libia-África), parece haber existido una distribución similar de los espacios interiores.

La comunicación entre las cámaras de cada uno de los tres niveles se hacía originariamente siguiendo una orientación trasversal este-oeste y siempre dos a dos, con el fin de evitar que las cuatro estancias de una misma planta estuvieran comunicadas y de este modo dificultar la propagación de un hipotético incendio y, al mismo tiempo, favorecer la resistencia en caso de ataques.

El ingreso desde el exterior a cada una de estas cámaras se hacía a través de las puertas situadas en la rampa helicoidal ascendente que envolvía la Torre y que permitía el ascenso hasta su parte alta. Parece lógico pensar que por esa rampa se subía el combustible que alimentaba el faro. El recurso de la rampa exterior también está documentado en el faro de Forum Julii o Frejus.

Museo Arqueológico

La excavación arqueológica

A pesar de que hasta entonces no se habían excavado los cimientos de la Torre, esta era una vieja reclamación que tanto Luis Monteagudo, director del Museo Arqueológico e Histórico de A Coruña, como Theodor Hauschild, arquitecto y director del Instituto Arqueológico Alemán de Lisboa, demandaron.

Los trabajos comenzaron en junio de 1992, bajo la dirección del arqueólogo Luis Caballero Zoreda, miembro del equipo del proyecto de restauración de la Torre, y José M. Bello Diéguez, avalado por el Museo Arqueológico del Castillo de San Antón.

Gracias a esa intervención se puede establecer como fecha probable de construcción de la torre la segunda mitad del siglo I. Asimismo se obtuvieron interesantes piezas arqueológicas que hoy pueden verse en el Museo Histórico y Arqueológico del Castillo de San Antón

Función

Se puede afirmar que la existencia de cuatro cámaras en el interior del monumento tiene una funcionalidad estructural, que se refuerza con el remate del edificio, compuesto por una serie de sillares en el suelo de la última planta, encastrados en forma de T. Estos sillares actúan como abrazaderas de cierre de las bóvedas y de los muros. La Torre tiene así una gran robustez y estabilidad. Más allá de esta función estructural, es posible también que las cámaras tuvieran una función ordinaria en el día a día del faro, como espacios para almacenamiento de provisiones de diverso tipo, o para dar cobijo a quienes estuvieran encargados de su funcionamiento.

  • Objetos arqueológicos

  • Escaleras

    Tras la desintegración del Imperio romano, la intensidad del tráfico marítimo se redujo de forma muy considerable y la Torre fue perdiendo el protagonismo que había tenido como señal marítima, hasta quedar relegada a una torre de vigilancia o a una atalaya privilegiada desde la que se dominaba el Golfo Ártabro. Las grandes flotas que antaño recorrían las costas de la Gallaecia camino de Britania desaparecieron y con ellas la luz del faro dejó de iluminar el perfil de los acantilados del noroeste peninsular.

    Fue una época de olvido y de abandono, durante la cual el faro se fue deteriorando gravemente y la rampa exterior que rodeaba el núcleo central y permitía el acceso a la linterna, así como las cuatro fachadas exteriores que la protegían, se arruinaron. Los vientos, el salitre y las lluvias que afectan a esta zona durante los temporales del invierno fueron dañando los morteros de los muros, pero también la acción del hombre fue determinante porque durante esta época la Torre se convirtió en la cantera de la ciudad y los bloques de piedra que formaban la rampa y su estructura fueron extraídos uno a uno por los habitantes de la zona para ser reutilizados en la construcción de los nuevos edificios que se estaban levantando por entonces en la ciudad.

    La destrucción de la rampa ascendente que recorría el exterior de la Torre de Hércules, de la que apenas quedaban restos a la altura del siglo XIV, significó la desaparición de la única vía de acceso a la parte superior de la construcción y a las diferentes cámaras que se localizan en su alzado.

    Cuando la Torre recuperó su función como señal marítima, fue necesario habilitar un sistema para acceder a la parte alta que permitiera alimentar el faro. La solución adoptada fue la construcción de una escalera interior que comunicara la base de la Torre con la linterna, aunque para ello hubiera que perforar algunas de las bóvedas romanas. Esta escalera rudimentaria fue sustituida durante la rehabilitación del siglo XVIII por la actual y robusta escalera de piedra.

    Rotonda

    Las escaleras que discurren por el interior de la Torre nos conducen hasta el remate de la estructura romana, sobre la que se asientan los dos cuerpos octogonales que fueron añadidos, en la ampliación dirigida en 1789, por el ingeniero militar Eustaquio Giannini. Estos cuerpos se asentaron sobre la construcción existente, manteniendo lo que podría ser el suelo original que remataba la torre romana y donde se encontraba la rotonda que albergaba la lámpara.

    La restauración del faro impulsada por el Consulado del Mar y dirigida por Eustaquio Giannini, en 1789, tuvo como objetivo adaptar la construcción a las nuevas técnicas de señalización marítima, por lo que reemplazó la estructura de remate de la Torre por dos cuerpos octogonales de los cuales el segundo se concibió como una linterna y que fue modificado años después.

    El primer cuerpo está ocupado por la llamada sala Giannini, una cámara octogonal con cuatro pilares radiales que dejan espacio para un pasillo y un banco corrido. La estancia se cubre con una falsa cúpula. En la parte alta de uno de estos pilares el ingeniero encargado de la rehabilitación del XVIII dejó constancia de su intervención en una inscripción que rezaba: "DIRIXIÓ ESTA OBRA EL THENIENTE DE NAVÍO INGO ORDINARIO DE MARINA D. EUSTAQUIO GIANNINI". 

    Fanal, la lámpara

    El sistema de alumbrado utilizado tras la restauración del faro en el siglo XVIII seguía planteando severas críticas, por lo que el Consulado del Mar decidió mejorarlo y para ello envió al capitán de navío José de Mendoza a Londres, para que se informara de la posibilidad de modernizar la iluminación a través de un sistema de destellos giratorios, alimentado con aceite. A finales de 1799, el nuevo sistema llegó a la ciudad. Su alto coste obligó al Consulado a hacer una colecta popular para sufragar parte de los gastos.

    Para colocar el nuevo sistema de iluminación marítima era necesario introducir algunos cambios en el cuerpo de remate de la Torre. Miguel de Hermosilla, el ingeniero comandante del reino, solicitó los servicios de Eustaquio Giannini para que introdujera las reformas pertinentes en el cuerpo de remate. Básicamente esas modificaciones consistieron en desmontar la cúpula y asentar sobre esos muros la base para un fanal de 3,20 m. de diámetro.

    Los grandes ventanales de la linterna, carentes ahora de función, se tapiaron y se construyó una escalera interior para acceder a la lámpara y otra de caracol exterior, que desemboca en el balcón superior y que queda oculta bajo un cilindro con remate troncocónico que le dio el característico perfil a la Torre y que sirvió para colocar el pararrayos.

    Firmas

    Todo hace pensar que la Torre de Hércules fue proyectada por el arquitecto Gayo Sevio Lupo, procedente de la Lusitania, que dejó a los pies de la Torre una inscripción conmemorativa.

    Esta se conserva en la plataforma que sirve de base al monumento, protegida por una pequeña construcción de principios del siglo XIX. 

    La inscripción que ha sido transcrita por diversos autores reza:

    • MARTI /
    • AUG[USTO] SACR[UM] /
    • C[AIUS] SEVIUS /
    • LUPUS /
    • ARCHITECTUS /
    • AEMINIENSIS /
    • LUSITANUS EX VO[TO]

    Es decir, "Consagrado a Marte Augusto. Gayo Sevio Lupo, arquitecto de Aeminium (Coimbra) Lusitano en cumplimiento de una promesa".

    Por otra parte, sobre uno de los pilares de la planta más alta de la Torre, Eustaquio Giannini, responsable de la rehabilitación del siglo XVIII, dejó constancia de su intervención en una inscripción que rezaba: "DIRIXIÓ ESTA OBRA EL THENIENTE DE NAVÍO INGO ORDINARIO DE MARINA D. EUSTAQUIO GIANNINI". Resulta significativo que el ingeniero quisiera que se recordara su nombre y que recurriera para ello a una solución similar a la adoptada por el arquitecto Gayo Sevio Lupo, cuando dispuso su inscripción conmemorativa a los pies de la Torre.

    La Torre de Hércules ha tenido diferentes nombres a lo largo de su historia. En época romana se la conocía como Farum Brigantium, en época medieval como el Faro o Castillo Viejo y en la Edad Moderna como Torre de Hércules. Esta denominación se basa en la leyenda que recogió el rey Alfonso X el Sabio en su Historia de España (s. XII) en la que vincula la construcción de la Torre con la victoria del héroe Hércules sobre el gigante Gerión.

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