Entre los años 16 y 13 a.C., el emperador Augusto incluyó Asturica y Gallaecia dentro de la provincia de Hispania Citerior o Tarragona. En esta época, se fundaron las tres ciudades romanas del noroeste, Asturica Augusta en la actual Astorga, Bracara Augusta en Braga y Lucus Augusti en Lugo. De este modo, se iniciaría un proceso de estructuración territorial y económica del territorio del Noroeste, que implicaría la creación de nuevas vías de comunicación y zonas de explotación, así como de dos tres conventus (divisiones administrativas inmediatamente inferiores a las provincias) que formarían parte de la futura provincia de la Gallaecia: Lucense, Asturicense y Bracarense. Tras esta primera estructura administrativa, los tres conventos gallegos permanecieron integrados en la tarraconense hasta el año 298 d.C., momento en el que Diocleciano reestructuró el territorio de la Península Ibérica, dividiéndolo en cinco provincias y asignando los tres conventos anteriormente citados dentro de su jurisdicción.

Durante todo este período, existe un vínculo muy estricto entre Lucus Augusti (Lugo) y Brigantium (A Coruña), en el que el primero, como capital del convento, empleó al segundo como principal puerto de tránsito, abastecimiento y control fiscal. Entre otros aspectos, esta relación entre ambas poblaciones está representada por la abundante presencia de cerámica de Lucus Augusti, ciudad ollera donde se cuecen más de 50 hornos cerámicos. La cerámica engobada de Lugo se caracteriza por una abundante presencia de platos y fuentes de gran calidad.

Estas producciones, más habituales en el asentamiento de Brigantium, también están documentadas en Elviña, en su mayor parte en niveles de uso desde el siglo III d.C. en adelante.