Ayuntamiento de A Coruña

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Ilustración de David Sánchez, CC-BY.

Soldados romanos

Fuerza y disciplina

Las legiones romanas contribuyeron a hacer de Roma el imperio más poderoso del mundo conocido. La fórmula fue a hacer un ejército especializado, bien equipado y adiestrado que lo convirtió en una eficaz máquina de guerra.

Con el nombre de legionario se conocía al soldado de a pie o infantería. Las legiones aparecían compuestas por unidades menores, llamadas centurias, que estaban formaban por unos ochenta soldados. Una legión se completaba con sesenta centurias y unas treinta legiones formaban un ejército. En la etapa de conquista del noroeste actuaron la Legio I Augusta (a pesar de que, precisamente durante las Guerras Cántabras, perdería su apelativo al perder su estandarte), a Legio VI Victrix y la Legio X Gemina. Estas últimas dos permanecerían acuarteladas en el territorio tras las Guerras Cántabras (29-19 la.C.) y serían las responsables del control militar de los territorios de las actuales Galicia y Asturias tras la reorganización territorial realizada por Augusto, siendo sustituidas de forma definitiva por la Legio VII Gemina bajo mandato de Galba (68 d.C.) y construyendo su campamento definitivo en León (topónimo que, por otra parte, deriva precisamente del asentamiento de esta legión en la localidad).

El ejército romano, más allá de su evidente función bélica y de vigilancia y control del territorio conquistado, también incorporaban individuos con formación diversa. Muchos de los soldados contaban con conocimientos de distintos oficios (albañil, carpintero, herrero, cantero), cuestión imprescindible para tareas complementarias. Pero, además, el ejército también contaba con técnicos altamente cualificados: ingenieros, contables, arquitectos... Además de su función bélica, es muy probable que las grandes obras realizadas en el NW (calzadas, campamentos, puentes, explotaciones mineras), así como múltiples atribuciones económicas (cobro de impuestos, control del tráfico de mercancías) estuviera controlado, en mayor o menor medida, por militares.

En el momento de conquista romana del territorio, alistarse en el ejército ya no era obligatorio, sino que ya estaba profesionalizado. Era necesario ser ciudadano romano para alistarse como legionario, pero aquellos que no contaban con la ciudadanía podían alistarse en las tropas auxiliares, alcanzando una posición económica y social de mayor prestigio, obteniendo (tras el servicio) múltiples beneficios económicos, tierras para asentarse e incluso obteniendo la ciudadanía como reconocimiento. Existen en Galicia unas veinte inscripciones de carácter funerario y votivo, que recogen los nombres de veteranos y oficiales de la Legio VII Gemina.

Como dijimos, la conquista definitiva del territorio galaico, así como su integración jurídica y administrativa en el imperio romano, aconteció tras las Guerras Cántabras (29-19 a.C.). No obstante, con anterioridad, se produjeron distintas expediciones hacia el Noroeste, en su mayoría, con intención bélica. La primera expedición conocida fue dirigida por Décimo Junio Bruto, quien en el año 137 a.C. asciende por la costa desde el Tajo al Duero. De sobras es conocida la historia de que llegando al río Lethes (Limia), o río del olvido, lo cruzó para llamar luego por su nombre a cada uno de sus soldados. Su éxito permitiría que fuera conocido con el apodo de Galaico. Hace falta señalar que, por aquel entonces, el término "galaico" no alude a la totalidad del territorio que actualmente conocemos como tal, sino que se refiere, única y exclusivamente, a la denominación de un populus situado en el entorno del actual Puerto.

En el año 96 a.C., Publio Licinio Craso realiza una expedición hacia las Casitérides (presumiblemente, algún lugar del territorio del Noroeste), en el que confirma la abundante presencia de estaño y la predisposición local para comerciar con él.

En el año 74 la.C., Marco Perpenna realiza una campaña bélica en algún punto del actual territorio galaico, aunque se desconoce dónde.

Pero la más interesante de todas es la expedición de Julio César, uno de los políticos y militares romanos más reconocidos. Sabemos que Julio César, en el año 61 a.C. (momento en el que era propretor de la Hispania Ulterior), partió desde Cádiz rumbo al Noroeste, con la intención de obtener crédito militar y un botín económico suficiente para pagar a sus ejércitos y financiar posteriores campañas. Tras varias expediciones en el ámbito del actual Norte de Portugal, marchó rumbo a la Brigantium, donde realizó una breve campaña que implicó el sometimiento de las poblaciones de la zona. Quién sabe si, en algún punto de Elviña o de la península coruñesa, podremos encontrar alguna evidencia de su paso por nuestra tierra.

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