En el año 2011 no era habitual ver una carrera popular en tu ciudad, la verdad es que yo nunca había visto ni corredores por las calles, pero a veces, el destino se pone de tu parte y me encontré viendo en Santa Cruz la carrera popular en la que participaba mi hermana Noelia. El recuerdo que sigo teniendo de esa carrera es el sufrimiento de las/os participantes subiendo aquellas cuestas, pero sobre todo, las caras de todas/os y cada una/o de ellas/os en la llegada a la meta. Hacía tiempo que no veía tanta cara de satisfacción, de sonrisas, de abrazos, de alegría, la verdad es que no lograba entender el motivo, pero lo que sí sentí fue un deseo tremendo de querer estar ahí! 

En mi interior pensaba que eso era imposible, pasaba de los 40, nunca había sido una deportista, ni siquiera era habitual a gimnasios, y lo que menos imaginaba era que mes y medio después lograría ser una de ellos/as. 

Fue mi hermana Noelia la que me animó, como sólo ella sabe, a empezar a correr, desesperándome porque el primer día sólo pude aguantar 3 minutos corriendo, pero ella seguía animándome, insistiendo que era posible, que el próximo día correría 5" y después 10" y cuando me diera cuenta estaría corriendo 30 minutos seguidos.
 

Sin darme cuenta me encontré en mi primera carrera "la Ruta Aquama", carrera de 6 km que se celebró en Hacea Da Ma el 2 de octubre 2011, de la que guardo el recuerdo de sentir por primera vez el placer de disfrutar sufriendo, difícil de explicar, pero fácil de entender a los que por suerte probamos y seguimos participando en las populares.  

Cuando al finalizar, aún no había casi cogido aliento, mi hermana Noelia, viéndome la cara de que quería más, me dijo que en Coruña se celebraba una carrera todos los años de 10 kilómetros, que era muy bonita y que participaban muchos corredoras/es y que no podía perdérmela!! Decidí apuntarme pero desde ese  día no pude dejar de pensar, 10 kilómetros, pero eso es una barbaridad, no sé si podré correr 10 kilómetros sin parar, eso es imposible!! 

Y allí me encontré el 9 de octubre 2011, en medio de casi 2000 corredores, en una fiesta increíble y con unos nervios que no me abandonarían en todos estos años cada vez que con los imperdibles engancho mi dorsal. 

La salida fue brutal, el miedo a no poder terminarla me bloqueaba, pero como descubrí en ese momento, cuando oyes el disparo se pasa todo, las piernas vuelan y ya no puedes parar. Cada kilómetro que avanzaba me daba la impresión de que iba más rápido, quería llegar, quería saber si era capaz de correr 10 kilómetros, y cuanto más me acercaba al final más aceleraba el ritmo, hasta que crucé la línea de meta con la respiración entrecortada, entendiendo las caras de felicidad y satisfacción de todos aquella/es corredora/es que había visto en Santa Cruz, en Hacea Da Ma  y que hoy estaban a mi lado en C10.  

Entendí porqué todas esas personas corrían, porqué la satisfacción de cruzar la meta es indescriptible, porqué el corazón que late a mil por hora al llegar va aflojando poco a poco y eso se convierte en relajación, en sonrisas, en felicidad.   

Es una carrera que me marcó, que nunca olvidaré y a la que intento no faltar. Todas con un recorrido y un ambiente inmejorable, viendo en las primeras posiciones a los atletas de verdad que van en el aire y que pocas veces tienes el gusto de verlos volar por tu ciudad.  

Desde la primera vez que vi la llegada de corredora/es a la meta tuve claro que yo quería estar ahí.  

Este año 2021 cumpliré 10 años de mi primera participación en C10.  Sigo con mis nervios cuando pienso en ella, los objetivos ahora son muy distintos: estamos pendientes del recorrido, del tiempo que hará, del cronómetro, de los entrenos, de las zapatillas, de no lesionarnos,....

Porque somos así y cada año queremos más, pero la llegada a meta sigue siendo la misma, el corazón bombeando y relajándose para dejar paso a la felicidad.