Además del oro y la plata, en la Edad del Hierro también era habitual el uso del bronce y del hierro. El uso y la preparación de este metal se introdujo, en el territorio ártabro, desde el s. V a.C. La actividad siderúrgica se convirtió, desde entonces, en una actividad clave para las poblaciones locales, implicando un significativo cambio desde la anterior percepción de la metalurgia. Las técnicas necesarias para producir hierro implican un mayor conocimiento técnico de varios procesos, la presencia de procedimientos potencialmente peligrosos para la salud y la preparación de la materia prima de forma distinta a la de otros metales con temperaturas de fusión más bajas (bronce, estaño...). La producción de hierro, además, implicaba un cambio totalmente distinto de la producción de metal con respeto a la que ahora tenemos. La metalurgia implicaba un marcado componente esotérico y simbólico, en el que el control de la técnica era solo una parte del proceso que se veía implicada con otros muchos aspectos inmateriales y sobrenaturales.

En el Castro de Elviña, se conocen varias áreas de producción metalúrgica, situadas en el área sudoeste de la croa. A pesar de que, en muy mal estado de conservación, fueron recuperadas abundantes evidencias del trabajo del metal (escoria, crisoles, moldes de fundición...) en un entorno con varios hornos. En el castro, se documentaron muchas piezas de hierro, como clavos y picas, piezas de uso personal... así como herramientas, destacando este filo de cuchillo curvo.