2 de octubre de 2008
Empleando como ariete a Salvador de Madariaga, Francisco Vázquez arremetió ayer, una vez más, contra los nacionalismos.
En la conferencia de clausura del curso que la UIMP ha organizado sobre el polígrafo coruñés, el ex alcalde herculino repasó los argumentos de Madariaga contra lo que este llamaba «separatismo» o «casticismo trasnochado», y acabó proclamando su «total identificación» con ese pensamiento.
Para el hoy embajador, Madariaga «es políticamente incorrecto en la Galicia de hoy» por esas ideas. Tanto lo es que su figura y obra «se oculta intencionadamente en los libros de texto escolares», que, a su juicio, ofrecen «una historia tergiversada y manipulada».
«Balcanización»
Vázquez viajó en su conferencia hasta los años 40, cuando se creó en Londres el comité Pro Comunidad Ibérica de Naciones, comisión en la que Madariaga «rebatió uno por uno» los argumentos nacionalistas del vasco Irujo y del catalán Pi. Ya entonces, el pensador coruñés advirtió «del peligro de balcanización de España», afirmó el embajador, recalcando el uso por parte de Madariaga del término «balcanización», hoy aún en boga. Partiendo «de un profundo conocimiento de la historia de España y de Europa», Madariaga, «coruñés de origen vasco», restaba pedigrí a esas tesis entonces incipientes: «Los furores nacionalistas de España son de anteayer» o «nuevas pasiones modernas apoyadas en una ignorancia total», dejó dicho el polígrafo coruñés.
Siguiendo a Madariaga, Vázquez situó el nacimiento del separatismo vasco y catalán «en el último tercio del XIX». ¿Por qué entonces? «Don Salvador» lo atribuía, entre otras razones, a la decadencia del imperio español porque, refraneó , «donde no hay harina, todo es mohína».
Apuntó Vázquez que los nacionalistas ya apelaban entonces, en los años 40, a conceptos diferenciadores como el Rh, la medida del cráneo o el color de los ojos. A esto Madariaga contestó así: «Los países no se fundamentan en las razas, sino en la historia».
Premio Carlomagno
El ex alcalde recalcó que así pensaba no un cualquiera, sino «uno de los intelectuales más polifacéticos de todo el siglo XX», un premio Carlomagno, un liberal «que quería para España lo mismo que para Europa, federalismo», pero nunca «separatismo»; un coruñés que hablaba gallego y que apostaba desde el exilio por una España «en que cada región mantuviese su lengua, pero hubiese una común, el castellano».
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