Las murallas en las ciudades no solo cumplieron funciones de carácter defensivo, sino que, en época medieval también definirían el desarrollo urbano, facilitaría el control fiscal, regularía el tránsito de personas y mercancías, protegería a sus habitantes en época de epidemias y, además, se manifestaría como un símbolo e imagen de la urbe.

Mirando al mar, la muralla se cerraba por el oeste en la embocadura de la ría, mientras que, en tierra, la peña granítica que conforma la península aparecía unida al continente mediante una modesta franja de arena que, de manera natural, ofrecía una posición estratégica singular, consiguiendo una útil defensa de la ciudad.

En el primer hábitat ocupacional de la ciudad, el asentamiento romano de Brigantium, no conocemos evidencias de fortificación, si bien tampoco es descartable que algunas zonas estuvieran amuralladas. En la Edad Media, se establecería una fortificación completa del espacio, quizás relacionada con la repoblación de 1208 promovida por el rey Afonso IX. El espacio fue amurallado por aquel entonces, si bien, a causa de la expansión urbana, se construyó una segunda línea durante la segunda mitad del siglo XIV, atribuida al monarca Enrique III.

El trazado no varió hasta el ataque de Francis Drake en el 1589. Esta defensa se configuró con un alto muro de mampostería de diferente anchura, baluartes semicirculares y alguno de planta cuadrada.

Varios tramos de esta muralla medieval serían aprovechados como parte de la muralla construida en los siglos XVII y XVIII, reforzada y ensanchada en algunos puntos, derribada en otros. Parte de ella puede ser observada en la actualidad en los jardines de Capitanía y San Carlos. Con la ciudad denominada como "fuerza y guarda del Reino de Galicia" bajo el reinado de Felipe II, la ciudad se convirtió en una plaza fuerte militar, reforzada en la segunda mitad del siglo XVI. En el 1588, comenzaron las obras del castillo de San Antón, primera construcción defensiva moderna fuera de la ciudad, sobre una isla próxima al Parrote, localización actual del Museo Histórico y Arqueológico.

Fue en la Edad Moderna cuando se erigió el complejo sistema defensivo conocido, reflejo de los sistemas y tipología de la arquitectura militar de la época. Además de la muralla, llena de baluartes con la habitual planta en estrella, el sistema defensivo se completó con otras fortificaciones y baterías, permitiendo una mejor defensa. Como elemento singular, destaca la conocida como coraza de Orzán, testigo de una línea defensiva ideada para cerrar el acceso a la península por tierra, perpendicular al istmo de costa a costa. Con la expansión urbanística, las estructuras defensivas fueron parcialmente derribadas en el siglo XIX. Actualmente, se pueden apreciar numerosos ejemplos de este complejo defensivo, conservado en diversos puntos de la ciudad, como la puerta de San Miguel, el entorno del hospital militar y los jardines de la Maestranza, la Coraza del Orzán o el propio Castelo de San Antón.