La muestra está formada por 34 imágenes de la criosfera, la porción de la superficie terrestre cuya agua está congelada, tomadas entre 2014 y 2020 por el reconocido fotoperiodista español Fernando Moleres.

Contiene espectaculares fotografías de regiones heladas como Groenlandia, cuya masa de hielo cubre el 85% de su superficie y que, como nos explican, si se derritiese por completo provocaría una subida del nivel del mar de 7 metros. También hay fotografías de los habitantes de las zonas heladas, como la de un pescador abriendo huecos en el mar helado, una práctica cada vez más peligrosa al ser la capa de hielo cada vez menos espesa, o de los perros de Groenlandia, una de las razas más antiguas del mundo y fundamental para la vida de los pobladores de aquellas tierras, expuestos a la degradación de su hábitat. Además, se muestran imágenes impactantes de otras latitudes, como el área glaciar del Ródano, en los Alpes, cubierta por lonas textiles para evitar su derretimiento, o de las cuevas de hielo azul en el glaciar Vatnajokull, en Islandia, que se forman cuando el calentamiento de la superficie del glaciar en verano forma ríos que se introducen en su interior y recorren su base.

El conjunto de las 34 imágenes de la exposición se articula en torno a tres ejes a través de los que se describe la emergencia climática como uno de los mayores desafíos de la humanidad, invitando a reflexionar sobre cuestiones relacionadas con un mundo que se está perdiendo a consecuencia del calentamiento global.

En primer lugar, se aborda la relevancia del Ártico. Los científicos llaman al Ártico el chivato del clima, por ser la zona planetaria más sensible al aumento de la temperatura, ya que se calienta el doble de rápido que el resto de la Tierra. El actual aumento de la temperatura ha reducido la superficie de hielo estival del Ártico un 35% respecto a 1979, cuando comenzó a medirse. La gran masa de hielo ártico refleja la energía solar (un 80%) al espacio y hace que la temperatura del aire y del agua del Polo Norte se mantengan estables y frías. Pero una vez que empieza a derretirse, el océano absorbe mucha más energía solar y la temperatura del agua asciende de forma súbita. Este calentamiento del Ártico afecta a las corrientes oceánicas que regulan el clima mundial.

Un segundo conjunto de imágenes aborda los glaciares. El hielo es el único material que preserva el aire fosilizado. En las regiones polares y alpinas se ha acumulado hielo capa sobre capa a lo largo de cientos de miles de años. Los investigadores lo perforan en profundidad y obtienen largos cilindros en los que se aprecian franjas que se corresponden con el hielo acumulado cada año, y que contienen burbujas de aire, isótopos de oxígeno, aerosoles de origen volcánico, humano, etc. La determinación de la composición de estas burbujas milenarias proporciona datos históricos muy exactos del clima.

Por último, las fotografías que muestras la huella del deshielo. El cambio climático está acabando con los últimos glaciares de España. En nuestro país se han perdido ya más del 80% de los glaciares pirenaicos y para 2030 habrán desaparecido irreversiblemente. Según los científicos, lo más probable, al menos a corto plazo, es el desmoronamiento de la capa de hielo del oeste de la Antártida. En los últimos 50 años, las aguas que hay en torno a ella se han calentado 2,5 grados, y los derretimientos de grandes glaciares han aumentado espectacularmente, lo que amenaza con importantes subidas de los niveles del mar a escala mundial, entre 4,5 y 6 metros.