El trabajo de Tatiana Medal suele identificarse sobre todo con la pintura, con la práctica de la abstracción, con el empleo y el dominio del color y el estudio profundo de la composición. El ejercicio pictórico en su obra se caracteriza por ser metódico y selectivo, por la búsqueda de lo inesperado, de la apertura de diferentes vías de expresión en las que la pintura domina finalmente los distintos soportes con su presencia constante, un proceso en el que ésta se deconstruye y se transforma, pero jamás llega a desvanecerse por completo. En Composición 1961, la intervención site-specific situada en la entrada de la biblioteca de la Fundación Luis Seoane, la artista transforma por completo este pequeño recinto gracias a la disposición sobre las paredes de la galería de enormes placas de policarbonato alveolar, un material translúcido en el que ha introducido masas líquidas de diferentes tonalidades básicas en las estrechas celdas que lo componen. El título de esta pieza y de la exposición es un homenaje a una vidriera de grandes dimensiones, Composición, que Luis Seoane realizó en 1961 para el vestíbulo del Teatro de la Sociedad Argentina en Buenos Aires, una obra en la que la luz y el color jugaban un papel fundamental. De igual modo, la intervención de Tatiano Medal construye un paisaje nuevo dentro de un espacio inicialmente estático: las variaciones de la luz extraen del interior de la pieza una policromía que muda a lo largo del día, y que también se transforma en función de la climatología, convirtiéndola en algo vivo, que no depende de la mirada del espectador para desplegar todas sus posibles variaciones.

Luis Seoane destacaba en su obra Arte mural. La ilustración la importancia que artistas como Fernand Légar o movimientos como el constructivismo o el neoplasticismo concedían al color como elemento capaz de transformar por completo un espacio arquitectónico mediante la utilización de tres pigmentos elementales: del mismo modo, la obra de Tatiana Medal nace de las posibilidades de combinación de tres colores básicos "de los que es posible extraer casi todos los demás", en palabras de la artista. Seoane creía que de la combinación del color surgía la preocupación por integrar las artes, y esta pieza, con su capacidad para modificar el entorno en el que se sitúa constituye un magnífico exponente de ello, además de ser un claro ejemplo de todo lo que ha caracterizado la obra de Tatiana Medal desde sus inicios, desde aquellos grabados de pequeño formato en los que alteraba y combinaba el orden de las planchas de color para traducirlos a gran escala, hasta la utilización de las composiciones fotográficas llevadas al lenguaje pictórico, sin olvidar las retículas y tramas o las infinitas variaciones de una paleta cromática básica empleadas en sus acrílicos: estudio y experimentación en diferentes soportes que conducen siempre al mismo lugar, a la pintura como construcción, como materia, como medio básico de expresión.

Composición 1961 establece un vínculo a modo de preámbulo con KARTEN, un libro de artista de edición limitada con el que Tatiana Medal hacer referencia a la labor editorial de Luis Seoane. KARTEN nace de una pieza anterior, 106 KARTEN, compuesta originalmente por 106 pinturas montadas sobre aluminio. Partiendo de los pliegos de un atlas, la artista fue tachando todos los topónimos, creando de esta manera una nueva superficie en la que la función fráfica de los mapas desaparecía por completo. El papel se cubre con segmentos lineales que surgen como estrías aleatorias sobre las masas de color, dando lugar a un nuevo paisaje, a un nuevo orden y a un nuevo y singular lenguaje dotado de una sentido completamente distinto, generando al mismo tiempo un nuevo espacio de luz y color. 106 KARTEN fue concebido originalmente como un políptico gigantesco, de 125 centímetros por 16 metros, cuyo orden variaba en función del espacio en el que era expuesto sin perder por ello su sentido. Ahora, KARTEN simplifica su nombre y se convierte de nuevo en libro en una edición limitada de 100 ejemplares mediante el que Tatiana Medal crea una especie de mapa de la imaginación, invitando al espectador que se asoma a sus páginas a transformar su mirada y percibir este ejemplar desde el punto de vista pictórico, eliminando cualquier posibilidad de grafía reconocible, convirtiéndolo en una obra de arte en la que se pueden leer y releer colores, trazos y espacios tantas veces como estemos dispuestos a viajar sobre él.