Ayuntamiento de A Coruña

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Ilustración de David Sánchez, CC-BY.

Niñas y niños

Una infancia dura

En épocas pasadas, por lo general, las sociedades dejaron información limitada sobre aspectos relacionados con la infancia, con la excepción de la aportada por ciertos grupos sociales privilegiados.

En el caso de las sociedades de la Edad del Hierro, la obtención de conocimiento sobre esta cuestión resulta compleja, teniendo que recurrir en muchos casos a la comparación etnográfica, las fuentes proporcionadas por los autores clásicos y epigrafía, así como a lo que el registro arqueológico puede aportar sobre este aspecto.

Al contrario que los ancianos, que según Estrabón tenían un papel destacado dentro de la sociedad galaica, los niños estarían en el escalafón más bajo.

La percepción que tenemos hoy en día de la infancia y el estatus otorgado, resultan ser fenómenos muy recientes. De hecho, no existen en la antigüedad evidencias que señales medidas de protección especial para los niños, pero sí de que se trataban como una propiedad. Dando un salto a la Edad Media, podemos comprobar cómo los niños eran considerados como pequeños adultos.

Estrabón señala que las mujeres, al parir, dejaban el sitio en la cama a los hombres. También que muchas veces parían durante las labores agrícolas, inclinándose sobre un riachuelo.

La esperanza de vida sería muy limitada si la comparamos con la de las sociedades contemporáneas del llamado mundo desarrollado, afectando a la mortalidad en mayor medida conforme menor fuese la edad.

Entre los tipos de actividades que se supone que realizarían los niños, estarían aquellas relacionadas con las tareas cotidianas que pudieran ser capaces de desarrollar, acompañando a las madres en faenas de recolección y marisqueo en las zonas de costa y ayudando en cuestiones domésticas, agrícolas y del cuidado de animales. Ante la corta esperanza de vida - aparte de las cuestiones sociales y económicas - urgiría el aprendizaje en tareas con técnicas especializadas o artesanales, desarrolladas por sus familiares o mentores. Y no olvidemos que los niños, incluso cuando no se les deja, juegan.

Un aspecto triste estaría relacionado con la crueldad de la guerra. De aquella, el pueblo conquistado y sus bienes se convertían en botín, pasando sus gentes y también los niños al rango de esclavos. Esta circunstancia motivaría que algunos pueblos intentasen forzar el consenso, mediante una serie de acuerdos, con el fin de evitar el conflicto.

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