Con la reconstrucción de la muralla y la reformulación del poblado, aparecieron las primeras viviendas complejas. Contamos con algunos ejemplos de unidades domésticas constituidas por varias construcciones con diferente funcionalidad (cuartos almacenamiento, tareas artesanales, etc.), conectadas entre sí por espacios intermedios (en el caso de Elviña, a través de un corredor) que juntan unas con las otras. De este modo se articulan una serie de relaciones espaciales que condicionan la circulación interior y que les confiere una cierta independencia respecto al resto de las viviendas.

Este hecho no es el habitual en los castros gallegos, donde, en la mayor parte de las regiones, suelen existir viviendas sin divisiones internas y sin una estructuración visible que defina distintos tipos de tareas y actividades. En el caso del área sur del territorio galaico, especialmente en las Rías Baixas y en la cuenca media del Miño, estas viviendas se denominan casas-patio, por estruturarse en torno a un espacio abierto de carácter privado para los habitantes de cada unidad familiar.

La conquista romana introdujo las viviendas de planta cuadrada y rectangular, que combinaban esquinas vivas y redondeadas, además de nuevas técnicas constructivas y ornamentales.

En el Castro de Elviña, únicamente conocemos una vivienda de claro origen galaicorromano: se trata de la Casa de la Exedra, en cuyas últimas fases fue completamente reestructurada, dividiendo el edificio en varias estancias y realizando distintos cambios en el interior (cómo, por ejemplo, el enlucido de las paredes con estuco). También se conocen otras estructuras que debieron ser de época galaicorromana, situadas por encima del abandono del acceso exterior sudoeste o sobre el entorno de la última muralla en el área sur. Tampoco se descarta que la conocida como Casa del Tesoro sea de época romana, y que fuese construida sobre el Tesoro de Elviña, desconociendo su existencia.