Ayuntamiento de A Coruña

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Situación geográfica

Vista aérea del castro y su entorno

Dominando tierra y mar

El castro de Elviña se sitúa en una pequeña colina de 120 m de altura, situado geográficamente en los Montes de A Zapateira, que dominan el acceso a la península coruñesa desde las tierras del interior. El castro fue construido en una posición estratégicamente avanzada: sobre una colina, aislado en el centro del valle, dominando las rutas de tránsito terrestres y las áreas costeras de la península de A Coruña.

Cuenta con numerosas tierras de labradío, en un entorno muy apto para la agricultura y la ganadería, que lo convierten en un emplazamiento idóneo para la subsistencia de una sociedad agropecuaria. Hoy en día, aun se extienden por él terrazas de cultivo bien estructuradas y comunicadas con el castro, que podrían datar mismo de la misma época como indican los topónimos de la zona: Maceiras, Viñas, Sobrado, Souto, Grelas, Fontenla...

La ría que nace a sus pies ofrece buenas características para la navegación de navíos dedicados al comercio a larga distancia, buenos puertos y fondeaderos, y constituye, además, la salida más cómoda hacia el mar. Esta área del Golfo Ártabro es una de las escasas zonas en las que es posible establecer una navegación interior desde las Rías Altas hasta las Rías Baixas. De hecho, el castro contó con notables conexiones con otros pueblos al otro lado del atlántico.

Vista aérea del castro y su entorno

El oppidum de Elviña

Fotografía aérea del castro de Elviña.

Monumentalidad y complejidad social

El paisaje de la Segunda Edad del Hierro muestra un territorio lleno de castros, pero con realidades heterogéneas en función de la región. En el interior y en determinadas áreas del norte, los castros son de pequeñas dimensiones y las estructuras suelen estar construidas en materiales perecederos. En otras áreas, los castros son ligeramente más grandes y cuentan con viviendas pétreas. Y, finalmente, en otras áreas (especialmente en el entorno de las Rías Baixas y en la cuenca fluvial del Miño), emergen grandes yacimientos fortificados, con una compleja planificación urbana, viviendas de grandes dimensiones y con varias estancias, y una acumulación de espacios públicos y colectivos que indican un aumento de la complejidad y, quizás, también de la jerarquización de su estructura social.

Fotografía aérea del castro de Elviña.

Este proceso, que se extiende a lo ancho de buena parte de la Europa tibia a lo ancho de los ss. III-I a. C., forma parte del surgimiento de los que conocemos como oppida: lugares centrales y fortificados que funcionaron como centros políticos y que controlaron diversas funciones de carácter religioso, simbólico, económico y cultural con relación a su entorno. En este proceso, influyeron muchos factores, entre ellos, los contactos de distintas culturas e imperios (púnicos, romanos, etc.), pero se trata de un proceso local, con muchos factores que explican su aparición.

Fotografía aérea del castro de Elviña durante las intervenciones.

Elviña es él oppidum más septentrional conocido en el territorio galaico. En el obstante, quizás fuera él único, sino él único que conocemos en la actualidad: grandes asentamientos aún sin explorar, como Nemeño (Ponteceso), Pastoriza (Arteixo) o Cances (Carballo) podrían ser receptores de dinámicas semejantes, a pesar de que aún permanecen, esperando, a que descubramos cuál fue su historia.

  • Oppidum

Al otro lado del castro

Edificio dos betilos

El Mediterráneo llega a Elviña

Contamos con muchas evidencias materiales que indican un estrecho vínculo con pueblos al otro lado del fin del mundo que suponía, para muchos pueblos, el mundo atlántico. Son muchas las evidencias materiales representativas: contamos con muchas evidencias de ánforas vinarias procedentes del área de la bética, cerámica fina de barniz negro (o campaniense) procedente de áreas itálicas, kalathoi y askoi del Levante mediterráneo... Por si no fuera poco, un edificio religioso como el Edificio de los Betilos señala, precisamente, el valor de las interacciones entre Elviña y otras culturas durante la Edad del Hierro.

Fruto de esas relaciones, así como de las dinámicas internas propias del castro, es posible que Elviña tuviera una situación predominante, quizás incluso controlando las relaciones con los castros del entorno. Es posible que yacimientos, como el documentado en la Edad del Hierro de la península coruñesa, fueran directamente dependientes de Elviña, en este caso, como un espacio de intercambio y consumo de productos. Queda por saber si castros como Santa Cristina, Nostián, Os Castros o Rutis tuvieron una relación semejante.

Celtismo

¿Eran celtas los habitantes de Elviña?

El celtismo es una cuestión que, hoy en día, levanta pasiones y rechazo a partes iguales. El movimiento celtista surge durante el romanticismo, en el s. XIX, donde se reclama una identidad particular de los pueblos de la fachada atlántica (Irlanda y Escocia versus Gran Bretaña, Galicia versus Castilla, Bretaña ante el centralismo francés...) buscando una diferenciación étnica y cultural. No obstante, y con el paso del tiempo, el celtismo sería un arma empleada por nacionalismos de distinta índole: durante el franquismo, la génesis de la identidad española se definía a través de la amalgama de lo céltico con lo ibérico, tal y como lo expresaban numerosos historiadores y arqueólogos de la época. De hecho, el interés sobre la "romanización" de los castros surgió, en cierta medida, como una respuesta contra los aspectos más identitario-nacionales y desfasados del celtismo generado en época de Franco.

Para conocer algo más a cerca de la historiografía sobre el celtismo y sus consecuencias en el campo de la investigación y de la sociedad, se recomienda la lectura de Alfredo González-Ruibal (2006-7, en concreto el capítulo "Arqueología de la arqueología: ciencia y política en la Protohistoria del noroeste", p. 24-54) y Francisco Javier González García (2021); ambos indicados en los Créditos.

Conquista romana

Y llegaron los romanos al castro

Las primeras referencias sobre conflictos entre el imperio romano y los pueblos galaicos los encontramos en las campañas de Décimo Junio Bruto, quien vencería a los galaicos en el entorno del actual Puerto. ¡Ojo! Los galaicos, por aquel entonces, no aludían a la totalidad de los pueblos del actual territorio gallego, sino a una tribu del norte de Portugal, asentada al sur del actual Porto. Estos conflictos situaron el límite de la frontera romana justo en el entorno del territorio bracarense, pero sin establecer, aun, un control político y territorial férreo sobre ese territorio.

Antes de las Guerras Cántabras, se sucedieron distintas expediciones puntuales en el Noroeste, como las de Marco Perpenna (94 a.C.) y, sobre todo, la de Julio César, quien atacó varias áreas del norte del actual Portugal, así como el área de Brigantium y Elviña, en el 61 a.C., antes de afrontar la conquista de las Galias.

El territorio del Noroeste, junto con el área astur, cántabra y vascona, seria definitivamente integrada en el imperio romano tras las Guerras Cántabras (29-19 a.C.). Iniciada por Augusto y capitaneada por el legado augusto pro pretor de la Lusitania, Publio Carisio, se inició un conflicto bélico que implicó el dominio total de la Península Ibérica una vez finalizado.

La conquista romana provocó un cambio paradigmático en la manera de vivir de las comunidades locales. Las formas de poblamiento cambiaron paulatinamente, abandonando lentamente los castros en favor de nuevas formas de ocupación, sin fortificar y más próximas las zonas llanas. Los modelos arquitectónicos de las viviendas, los productos a consumir, la agricultura... se transformaron en gran medida, especialmente en el entorno de áreas urbanas. Se estableció una nueva cultura de prestigio, especialmente en ámbitos urbanos y militares, siendo necesario ser o aparentar comportarse como un correcto ciudadano romano (lo que implicaba transformar el atuendo, el habla o la religión) para poder mantener una posición de prestigio en determinados círculos, así como para poder acceder a determinados derechos (cómo, por ejemplo, la ciudadanía latina, que se concedió a aquellos que ejercieran ciertos cargos administrativos a partir del 74 d.C.). Los cambios no fueron tan profundos en aquellas áreas rurales alejadas de los nuevos núcleos de poder, pero sí resultaron significativos en aquellos espacios más acercados a los nuevos centros neurálgicos, a centros militares o a espacios de explotación económica (sobre todo, yacimientos mineros), especialmente para todos aquellos que se resistieron a la conquista. De una forma u otra, y siguiendo distintos ritmos en función del ámbito, la conquista romana supuso un cambio de gran relevancia en el territorio galaico.

El encanto de Elviña

Cuentos, leyendas y encantamientos

La gran mayoría de los yacimientos arqueológicos de Galicia tienen leyendas y cuentos asociados a ellos, y Elviña no es una excepción:

"Todos los vecinos de la zona saben del encanto de las croas en el castro de Elviña, porque allí aparecían unos mouros que daban muchas onzas a los vecinos que les llevaban ganado, leche o mantequilla: ..."

Una vez abandonado el castro, esta zona se convirtió para los vecinos de las aldeas próximas en un lugar del monte donde llevar el ganado y coger tojo, habitado por seres fantásticos, recuerdos de una ocupación anterior: los mouros.

"...Los mouros cubrían las casitas con retamas y terrones, las puertas eran muy pequeñitas, los patillos, cuencos y cucharas eran de madera, trabajaban de sol a sol."

Relativo al Castro de Elviña reproducimos el siguiente cuento:

"Todos los vecinos de la zona saben del encanto de las croas en el castro de Elviña, porque allí aparecían unos mouros que daban muchas onzas a los vecinos que les llevaban ganado, leche o mantequilla; y de haber mouros, también tenía que haber encanto y tesoro, se dice. Así fue como un día hace muchos años, un niño de Someso, se hizo con el libro de San Cibrao y le comentó a su amigo que quería ir con él a levantar el tesoro.

Se pusieron de acuerdo los dos hombres, que también eran vecinos, se fueron antes de que amaneciera camino de las Croas, y al llegar, el del libro hizo todo cuanto es costumbre, aunque al leer, se confundió y leyó al derecho como es mandado para los cristianos, y no al revés, como tenía que hacer, entonces, se levantó de la tierra una cosa que nunca supieron lo que fue, si una ráfaga de viento o una fuerza extraña y misteriosa, pero, lo que si supieron ya que lo contaron, que lo que fue los lanzó por el aire, como cohetes, y cayeron a más de seiscientos metros del castro, en el medio de un prado, cerca de las casas donde ellos vivían.

Tuvieron mucho miedo y corrieron un peligro muy grande, se dice que nunca supieron decir que fuera aquello que los había lanzado por el aire, ni como había sucedido, durante mucho tiempo, al cerrar los ojos volvía a ellos aquella sensación de caer al vacío, además de estar durante varios días entre la vida y la muerte, tras el fuerte golpe que llevaron al caer contra el suelo."

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